Marruecos valoro muy positivamente la posición adoptada por el Gobierno español respecto del conflicto del Sáhara y la evolución política que el país norteafricano inició hace años de cara a construir un Estado democrático y de derecho pleno. El ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel García-Margallo, en una conferencia sobre “La política extranjera de España en el Mediterráneo”, celebrada el 19 de octubre en la sede de la Union para el Mediterráneo (UpM), declaró que “Marruecos se ha comprometido con la vía de las reformas”, y respecto del conflicto saharaui, señaló que “probablemente, el mayor desafió para Marruecos será la aplicación de la autonomía de los territorios del sur”. En esta declaración, el jefe de la diplomacia española no se refirió al Sáhara occidental, como suele ser habitual entre los políticos españoles, sino a los territorios del sur, lo que demuestra un claro acercamiento del Gobierno de Mariano Rajoy a las tesis defendidas por Rabat sobre la marroquinidad de la antigua colonia española. Este verano, García-Margallo hizo un llamamiento a los activistas humanitarios españoles que trabajan en los campamentos saharauis de Tinduf (Sáhara argelino) para que abandonaran este territorio por cuestiones de seguridad, porque se han convertido en uno de los blancos preferidos del terrorismo islamista. Las declaraciones del titular de Exteriores español, que desempeña un papel importante en el actual Ejecutivo de Madrid y tiene todo el apoyo del presidente Rajoy, son un reconocimiento tácito, por parte de Madrid, a la marroquinidad del Sáhara occidental, que hasta 1975 fue una colonia de España. Marruecos temía que la llegada del Partido Popular (PP) al poder pudiera significar un alejamiento de Madrid a la estrategia favorable a los intereses de Marruecos en el asunto del Sáhara llevada a cabo por el anterior Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. El dirigente socialista, desoyendo algunas voces en el seno de su propio partido, el PSOE, y en contra de lo que piensa una parte importante de la sociedad española, que apoya en mayor o menor medida las tesis del Frente Polisario en el conflicto saharaui, se posicionó a favor de una resolución negociada entre las partes enfrentadas bajo el paraguas de la ONU; y en esa línea, apoyó implícitamente la fórmula de una amplia autonomía dentro del Reino de Marruecos defendida por Rabat. La posición de Rodríguez Zapatero fue duramente criticada por la oposición de derecha, una parte de la izquierda y de los nacionalismos vasco y catalán y contó con el rechazo de las numerosas ONG pro-Polisario que actúan en España.
Cambio estratégico
Sobre esta cuestión, Mariano Rajoy, que lleva menos de un año gobernando España, no ha seguido con la línea de enfrentamiento con Marruecos que promovió José María Aznar en sus tiempos al frente del Gobierno español, y ha optado por estrechar los lazos políticos y económicos con el vecino del sur. Rajoy, que es consciente de los grandes intereses económicos y geoestratégicos que tiene España en Marruecos y el norte de África y del papel que desempeña Rabat en la lucha contra el terrorismo y la inmigración irregular, quiere alcanzar una relación bilateral que signifique un giro estratégico con relación al pasado. Es en este contexto que se inscribe la posición del ministro de Exteriores sobre el conflicto saharaui, que no beneficia a los intereses de los dos principales piases del Magreb, Marruecos y Argelia, pero tampoco a sus socios más activos en Europa, que son España y Francia. El Gobierno de Rajoy tiene a partir de ahora un largo camino por recorrer para consolidar de una vez por todas las relaciones hispanomarroquíes, y como le ocurrió al anterior Ejecutivo socialista, tendrá que enfrentarse a muchas oposiciones internas, incluso dentro del propio PP, de sectores políticos y sociales que ven en Marruecos a un enemigo que hay que mantener a raya.
25/09/2012
correao diplomatico par David alvarado
Cambio estratégico
Sobre esta cuestión, Mariano Rajoy, que lleva menos de un año gobernando España, no ha seguido con la línea de enfrentamiento con Marruecos que promovió José María Aznar en sus tiempos al frente del Gobierno español, y ha optado por estrechar los lazos políticos y económicos con el vecino del sur. Rajoy, que es consciente de los grandes intereses económicos y geoestratégicos que tiene España en Marruecos y el norte de África y del papel que desempeña Rabat en la lucha contra el terrorismo y la inmigración irregular, quiere alcanzar una relación bilateral que signifique un giro estratégico con relación al pasado. Es en este contexto que se inscribe la posición del ministro de Exteriores sobre el conflicto saharaui, que no beneficia a los intereses de los dos principales piases del Magreb, Marruecos y Argelia, pero tampoco a sus socios más activos en Europa, que son España y Francia. El Gobierno de Rajoy tiene a partir de ahora un largo camino por recorrer para consolidar de una vez por todas las relaciones hispanomarroquíes, y como le ocurrió al anterior Ejecutivo socialista, tendrá que enfrentarse a muchas oposiciones internas, incluso dentro del propio PP, de sectores políticos y sociales que ven en Marruecos a un enemigo que hay que mantener a raya.
25/09/2012
correao diplomatico par David alvarado
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